viernes, 15 de octubre de 2010

Por la vigencia de aquel 17 de Octubre

El 17 de octubre irrumpió en la vida argentina y americana como un grito de libertad.

Trajo de mano de la política la música que acompasa las grandes travesías, las que tienen claro origen y que desesperadas y certeras buscan el destino haciendo con los talones y los cascos las huellas del camino.
Todas las descripciones de aquel 17 son insuficientes, pequeñas aun, para dar cuenta de la magnitud y la vigencia de aquel grito que no termina.

No voy a leer las imágenes tan acertadas de la sudestada acuñadas por Scalabrini Ortiz, ni quiero recurrir a la sucesión de recuerdos de fotos. Estampas, patitas en la fuente, metalúrgicos cruzando el riachuelo, colectivos atestados de obreros, enfermeras marchando, Peron en el balcón, u otras, cientos de huellas que cada día atesoramos con más razones.
Esta vez voy a tomar el devenir de un 17 de octubre que no termina de desenredarse.
Porque tiene una irrefrenable vigencia, una vigorosa actualidad, una convocatoria que no cesa, una presencia que no nos permite escondernos, mimetizarnos en la grisadura, en los semitonos del disimulo, en los eufeismos de la modernidad.
Me voy a referir al este 17 de octubre que también tiene el rostro de valentía de una mujer.
Un 17 de octubre que tiene la fuerza de un veto, como una estampida, como un llamado de alerta.
Como una voz que nos convoca a hacer una cadena humana entrelazando los brazos contra la tempestad que nos prometen los buitres de siempre, los que siempre acecharon cada paso, cada instante para asestar los golpes al cuerpo joven de esta América adolescente pero llena de cicatrices en su cuerpo esbelto, moreno y vivo, sufrido y alerta.
Un 17 que es octubre y es el siglo que comienza.
Un 17 de octubre que ha permitido a nuestras desdentadas abuelas levantar los ojos hacia sus nietos y sin palabras, reflejar en el cristalino de sus ojos que sabían que les iba a llegar el mandato de quien volvería siendo millones, en esa jubilación que algunos tecnócratas llaman sin aportes, y que reconoció por fin el trabajo como la savia que nos recorre las nervaduras y nos lleva el único alimento genuino.
Un 17, que va a pasar a la historia con estas palabras: "He vetado esta ley de quiebra que ayer sancionó el Parlamento", “Como presidenta no puedo permitir que la Argentina quiebre”, "porque intentan desfinanciar al Estado para que no puedan cobrar mas los jubilados y los docentes"
Un 17 que no está preso en Martin García, sino en manos de personajes pusilánimes que desde sitios escamoteados, camuflados en falsas alianzas, se esconden detrás de caras de nada, de cletas caras de nada, que sin ponerse colorados votan el quebranto.
Un 17 que ha trascendido y tiene también los calores ecuatorianos. Donde un presidente constitucional Rafael Correa, es rescatado también por su pueblo, que lo busca y lo protege desde su cautiverio en otro hospital militar.
Un 17 rodeado de presidentes constitucionales del UNASUR que salieron como un rayo, desde Buenos Aires, haciendo un escudo humano para defender la democracia.
Un 17 que no termina. Que ha empezado a despertar y tiene oídos y ojos por todo el pueblo. Que puede vibrar y ser sentido aunque mil tapas de un clarín quieran mancharlo y mansillarlo.
Un 17 que ya es patrimonio de todos los pueblos que luchamos por la emancipación y la dignidad de todos los seres humanos.

1 comentario:

José N. Sepúlveda dijo...

MUY BUENO COMPAÑERA EL DOMINGO LO LEVANTAMOS PARA EL BLOG DE LA JP EVIT RIO NEGRO. ABRAZO!!