viernes, 8 de enero de 2010

A los trabajadores de la fruta también les corresponde su parte

La actividad frutícola es la de mayor relevancia socioeconómica en el alto valle.
La dinámica adquirida en los últimos treinta años ha instalado pautas en las que la rentabilidad se ha ido acumulando en un solo segmento, quedando los otros actores como partícipes solidarios, pero solo en las pérdidas.

Como una red troncal con ramificaciones que escurren siempre para el mismo lado, como afluentes, cada uno de los recursos que el Estado, o sea toda la sociedad volcamos en apoyo a cualquiera de los tramos del circuito, va a parar inexorablemente a las empresas comercializadoras para la exportación.
Es así que nunca llegó el derrame de Cavallo, ni la eficiencia de Lavagna al conjunto de quienes aportan su esfuerzo para producir.
Hoy los productores se animan a poner en crisis este modelo de estrangulación y acumulación excluyente por que cuentan con el apoyo del Estado Nacional presente, que a través del Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, comienza a poner límite al abuso sobre los productores.
Esta intervención es la punta del iceberg de una concepción distinta a la que el radicalismo, desde el gobierno provincial ha sustentado respecto a la fruticultura durante los 26 años que gobiernan Río Negro.
Se trata ahora de reconocer a todos los actores del sistema, y de retribuir con justicia y equidad la renta, fomentando el ingreso al círculo virtuoso, que une sin solución de continuidad aumento del empleo- mayor producción-mayor consumo-mayor salario.
Desde esta mirada el estado inyecta recursos en aquellas partes de la cadena que significan redistribución, y no más en aquellas en las que finalmente lo engullen las pocas firmas exportadoras.
La usanza del subsidio aislado a productores, que desde 1983 hasta la actualidad, primero condonándole las deudas, y luego compensando desfasajes macroeconómicos, no ha contribuido a fortalecer el carácter democratizador que conlleva cualquier economía regional. Han sido siempre en los hechos subsidios indirectos al sector mas concentrado, a su vez utilizado demagógicamente en una relación clientelar y asistencialista. Incluso con el ex gobernador Verani encabezando tactorazos para exigir mas subsidios del Estado a los productores. Casi como lo hacen cuando reclaman salario los propios empleados del estado.
Este modus radical descree del asociativismo. Por un lado afirma que los productores son empresas individualistas, y a la vez los acicatea para tomar recursos públicos. Toda una filosofía que hace de su Ministerio de la producción algo parecido al de Familia.
En cambio, desde el peronismo, siempre hemos rescatado el valor cooperativo, el de disminuir las brechas sociales, y fundamentalmente el criterio de que es posible transformar la realidad, no solo ponerle institucionalidad al lobo libre dentro del gallinero.
En este contexto, no solo se trata de proteger a los productores en su reclamo desigual frente a los comercializadores, sino de reconocer a los hombres y mujeres que con su trabajo permiten este desarrollo productivo, social y cultural de la región.
La creación de una Subsecretaría para la Agricultura Familiar es también un modelo redistributivo y democratizador de las riquezas que genera una economía regional. Favorecer su asociación y permitir alternativas para comercializar en el mercado interno, quebrando la inercia de desaparecer, de perder sus tierras, requiere esta presencia del Estado Nacional.
El programa REPRO aporta 600 pesos por trabajador para que el chacarero sostenga las fuentes de trabajo. Solo les pide a cambio registrarlos, estar en blanco, la misma condición que se requiere para beneficiarse de los 20 millones que se volcarán desde mañana a las empresas frutícolas El Anses retribuye a sus trabajadores recursos mediante la jubilación anticipada o el salario universal por hijo, que le permiten mejorar su calidad de vida, y ser parte del círculo virtuoso.
El aumento de la escala salarial de los trabajadores del empaque, y el porcentaje de zona desfavorable para los trabajadores rurales constituyen salario, que es casi el único recurso que no va a parar como por un tobogán a quienes concentran toda la riqueza. El salario del trabajador se vuelca rápidamente en nuestras ciudades, y redunda integralmente en toda la sociedad. Establecer en las liquidaciones a los productores de fruta el precio justo, que es el precio real que por la misma cobra quien la comercializa en el exterior, es tan importante como lo es pagar el salario justo que reclaman hoy los trabajadores del empaque. Es la misma lucha, son las dos caras de la misma moneda.

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